Mensaje con Destino a los señores Cabeza, Paché, Malavé, Zamora, Ascanio, Ruiz, Rojas, Castro, Martínez, Marrero, Chaparro, Aponte y sin Destino a Idrogo, Perdedores y Triunfadores de la Aldea La Romana
Escrito por: Juan Alfredo Ruiz Correa
Colegio Nacional de Periodistas Nº 6080
Ante la carta de rechazo a mi condición de facilitador de la materia Periodismo de Conflicto, Preventivo y de Fronteras, firmada por el 95 por ciento de los estudiantes de Comunicación Social, del X Semestre en la Aldea La Romana de Upata, en la cual exigen en estilo de amenaza la presencia de otro facilitador sin ofrecer ninguna argumentación seria, contundente o clara sobre el por qué rechazan mi designación como docente de esta unidad curricular debo aclarar lo siguiente:
Me extraña que después de cinco semestres en los cuales impartí conocimientos y orientaciones, ahora dos años después, este grupo haya descubierto como por arte de magia que no posee ni las credenciales, ni la capacidad, ni la ética para asumir el rol de facilitador, lo cual por cierto no lo alegan en la carta sino que lo han expresado de manera informal.
Sorprendente esta petición y exigencia, más aún cuando proviene de estudiantes que se contentaron con tener profesores de sólo un día, faltones y facilitadores ególatras difusores de un anecdotario intrascendente y de hazañas personales a cambio de notas complacientes.
Ese no fue mi caso. Siempre me ocupé por estimular en los “triunfadores” de Comunicación Social el afán por la investigación, la lectura, el espíritu crítico, el autoanálisis de sus capacidades, en transmitirles conocimientos concretos y no simples mitomanías. Además cada quién en su momento fue evaluado conforme a la demostración de sus competencias y los resultados de las prácticas y trabajos académicos. Jamás escuché de este grupo una queja, un reclamo, un alerta. ¿Cómo es posible que dos años después hayan descubierto que no poseo capacidad para facilitarles aprendizajes?, ¿Cuáles serán las verdaderas motivaciones detrás de este rechazo? Ese es el misterio que pretendemos desentrañar en estas palabras al viento.
Sin conocimiento comunicar es azotar
Lo que si entiendo, y en eso tengo el aval de 24 años de experiencia laboral, académica, como funcionario público, autor de blogs, colaborador de Aporrea, autor de Monografías.com, editor de Wikipedia, colaborante de Panoramio.com y Google Earth, asesor comunicacional, corresponsal, jefe de redacción, coordinador de páginas en medios regionales y tutor de una pequeña generación de profesionales del periodismo, es que la comunicación es un asunto muy serio. Muy controversial. Muy duro. Muy contradictorio. Muy Complejo.
No depende el éxito de un profesional en este campo de la transitoriedad o eventualidad de una nota o de un 20, que probablemente de nada sirve en el torbellino de la práctica laboral, si no está acompañado de un espíritu y esfuerzo por estudiar el pasado para entender el presente y proyectarle al futuro.
Si no tenemos idea del significado de palabras como Kosovo, Kioto, Unesco, Unamuno, PDF, Ubuntú. Si no sabemos distinguir entre Indochina y la Cochinchina, entre Katanga y Sri Lanka. Si no tenemos idea de las implicaciones del Calentamiento Global o del conflicto árabe israelí, la invasión a Afganistán, el rol de China como nueva superpotencia económica y militar, el impactode las nuevas tecnologías. Si no tenemos claridad en cuanto a la importancia geoestratégica de nuestro humilde municipio Piar estamos mal. Muy Mal.
Futuro incierto
De nada nos servirán titulillos y titulotes. El resultado final será un profesional fragmentado, mudo, ciego, sordo, necio, autista, caótico, sin conciencia, ignorante de su entorno, mediocre, pasivo e incapaz de convertirse en un facilitador del cambio necesario de la estructura social y productiva que es la razón de ser de este proceso bolivariano, socialista, humanista.
Seremos simplemente loros de la información repetidores de conceptos y eventos ajenos, grabadores de sucesos y hechos, secretarios de la noticia y asalariados de ocasión.
El resultado es que si ustedes no han entendido sus retos y principios éticos un Ebeco genio de la astucia y el chantaje, José García y compañías, serán unos gladiadores de la información, potentes vociferadores de realidades y mentiras, mercaderes del templo de la noticia diaria.
Lo cierto es que ante este panorama incierto, ustedes seguirán siendo convidados inútiles de un mercado laboral donde las opciones de empleo son minúsculas. Esa es la realidad.
La mediocridad peligroso vicio
Considero en este punto que la mediocridad y la envidia a lo que conduce es a la autodestrucción, al desprestigio, a la pillería y ese no debe ser jamás el producto final de este proyecto tan hermoso de Universidad que se concretó por iniciativa de nuestro presidente Hugo Chávez Frías. Ese mismo líder al que algunos tachan de fastidioso, intolerante, fracasado, pendenciero, dictador y cuanto epíteto ofensivo inventa la canalla humana de la oposición, es el creador e impulsor de la Misión Sucre, proyecto político donde el compromiso es con una nueva forma de entender la relación entre el profesional y el ciudadano del barrio, con un proceso político que tiene en ese señor Chávez a su líder.
De no haber existido Chávez y este proceso de cambio, contradictorio pero vivo, todavía muchos de Ustedes estarían relegados al espacio vital de una cocina o a la labor no menos digna de obreros o técnicos de cualquier cosa menos de la comunicación social o deberían quedarse sin casa o carro para pagar una universidad privada.
El cartón no hace al comunicador
Demasiadas veces profesores complacientes y alumnos aún más complacientes se someten a la ilusión de una calificación excepcionalmente alta. Tamaño engaño indica primero que no todos los docentes se ocupan realmente por evaluar y colocarle a cada alumno su justo índice académico. Flojera, complicidad con un estudiante, amiguismo, preferencias, mediocridad, incluso el deseo insano de actuar como quintacolumna y agente de desestabilización de esta novedosa experiencia educativa, pueden ser las motivaciones para este cruel engaño.
Lastimosamente el anzuelo se suele morder con ganas y con placer, porque el afán de un 20 o un 19 o un 18 o un 17 con el mínimo esfuerzo pareciera estar en la escala de valores de muchos estudiantes, que se someten a esta farsa de la evaluación complaciente y mediocre, con la esperanza y el deseo de culminar cuanto antes la carrera y de elevar su status.
Tan deplorable tendencia, por desgracia, la hemos vivido en nuestra experiencia docente en la Aldea Universitaria, donde hemos tenido que lidiar con estudiantes que ya de sopetón, con prepotencia, sin humildad, gritones, con aires de suficiencia, burlistas, con vanidad, se sienten flamantes profesionales de la República, aptos para restregarle el bendito cuero de chivo a sirios y troyanos. No entienden que el don y la destreza del comunicador no la da un pergamino acartonado ni una nota excelente obtenida sin esfuerzo alguno.
El Comunicador que queremos
Grandes comunicadores hay en cada esquina: la abuela, la madre amorosa, el padre sabio, el buen cura, el líder vecinal, el excelente locutor, los periodistas alternativos, el campesino conversador, el político de alto vuelo. Todos son comunicadores. La diferencia está en que ellos simplemente no tienen título. No lo necesitan. Ni cobran por ejercer su natural derecho a comunicar. Lo distinto es que quienes ejercen este oficio profesionalmente deben asumirlo como una herramienta, una técnica, una labor cotidiana para la formación ciudadana, para el reforzamiento de valores y principios como la verdad, el derecho del pueblo a estar informados, la educación, la solidaridad, la igualdad, la justicia, la libertad, la democracia, la ética, el respeto al otro, la bondad, la alegría de vivir.
El buen comunicador no es quien puede escribir o redactar una nota periodística, una noticia, cubrir un evento, pues conozco muchachitos de liceo que ya saben redactar una información básica e incluso hasta elaborar un periodiquito escolar. Tampoco un buen comunicador es quien con una carita bonita, con una mueca de agrado que disfraza miserias y complejos, cacarea noticias a través de una pantalla de televisión, o quien en la radio con una voz agradable nos detalla el acontecimiento de última hora. No. El comunicador es un apóstol de la verdad, de la solidaridad humana, el que respeta al semejante, el que no miente, el que no se deja deslumbrar por las bambalinas y la fanfarria del poder mediático.
Comunicador: orientador de pueblos
El comunicador deseable es sobre todo un orientador de pueblos, comprometido con la gente, amante de la lucha social, identificado con este proceso en sus principios más sublimes. Quien se esfuerza por aprender, por conocer, por leer, por apropiarse en su fuero interno de lo mejor de nuestra cultura.
Buen comunicador es quien se ocupa y preocupa por la investigación, por el análisis de nuestro entorno social, cultural, étnico. Al que le ocupa la economía, el ambiente, nuestras tradiciones, el que no se contenta con el copie y pega de Internet, el que hurga, el que cuestiona, el que no se contenta con cumplir una tarea y va más allá, escudriñando en libros, bibliotecas, informes, documentos, debates, páginas Web de calidad, y sobre todo escuchando y aprendiendo de la gente noble que habita en este Planeta, en nuestra Guayana, en nuestra Upata.
La Ética: palabra olvidada
Deben entender futuros colegas que ser profesor o alumno en este ámbito académico comporta responsabilidades éticas. El docente no es dueño de la verdad, pero es un orientador. No es dueño del conocimiento absoluto, pero es un iluminador de caminos, que tiene la obligación suprema de ser guía y facilitador.
Desgraciadamente en este décimo camino fueron presas de la decadencia. El resultado es tétrico. Ustedes aupados por el facilismo de la rochela y el amiguismo, por la ilusión de la cayapa y la entrega de su espíritu crítico y su potencialidad como futuros profesionales, han preferido sumarse a la voz única del grupismo y de la intolerancia de quienes se creen con patente de corso para agredir, mentir, envidiar, ambicionar cargos, practicar la mediocridad y sentirse superiores por el simple hecho de llamarse periodistas o comunicador social.
Comunicar: el largo camino
Ser comunicador social, más aún en tiempo de revolución, de cambio, de transformación de paradigmas, es una carrera de largo aliento. Apenas han comenzado su primer kilómetro. Y si continúan en esa ansiedad por correr a toda velocidad tras un éxito fácil narcisista y superfluo el final del maratón es previsible. No podrán llegar a la meta jamás. No tendrán la posibilidad de crecer espiritualmente y como formadores de conciencia. No podrán trascender. Se quedarán solitarios, con un título inservible, caduco, oxidado, repleto de bichos indeseables, amarillento, triste, y botando espuma como canes rabiosos.
En ese momento, en la miseria del fracaso, apelarán a la autojustificación de la mediocridad. A la teorización del por qué no tengo trabajo o por qué no soy famoso o no me hago rico. Y la respuesta como siempre será fácil y necia. Simplemente gritarán a los cuatro vientos que su fracaso no es culpa de ustedes. Gritarán esa universidad no sirve. Los profesores que me formaron eran unos piratas, tapas amarillas y flojos. Yo soy bueno. Ellos no sirven.
Pobre conclusión. Eso es la negación de la cruda realidad. Es el triunfo del individualismo extremo. Es el arado en el mar. Es el triste destino de quienes no entienden que más allá de sus enemigos externos su mayor enemigo ha sido su propia alienación espiritual. Ojalá y así no sea.
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