17 十一月, 2017

Upata posee memoria de una ciudad

*** La hermosa Villa de San Antonio de Upata, nacida de las manos de los misioneros capuchinos catalanes un 7 de julio del 1.762, es mucho más que un red de urbanizaciones cruzadas de calles y avenidas; donde se encuentran unas tres plazas, algunos parques , centros comerciales y establecimientos  de servicios




Omar Vidal
Upata.- La  conocida Villa del Yocoima es más que una arquitectura; es su gente. La gente que la ha habitado desde su nacimiento.La gente son el aliento  de la ciudad; su alma; su razón de ser. Los que ya no están y  los que hoy transitan sus  calles, disfrutan estos parques y habitan estas casas con memoria de una ciudad.

Una ciudad sin habitantes es un cementerio de concreto en espera que la mano del tiempo la borre, como ha ocurrido durante siglos con aquellas que  quedaron desiertas. Ninguna otra ciudad lleva el nombre Upata.; solo ella es dueña absoluta de este nombre. Nombre indígena que significa “Mi tierra o lugar que habito”. Es una denominación  profundamente íntima, individual; inmensamente evocativa, como un derecho irrenunciable del espíritu.

Así lo dio a conocer el maestro Ángel Romero Cabrera cronista de Upata, quien con sus mejores expresiones por la actual ciudad de Upata, aseguró  que “Upata se acunan los recuerdos infantiles; los sueños de adolescentes; los triunfos de la adultez;  los sinsabores y alegrías de la vida de tantas gentes. Su sola remembranza nos transporta y seduce. ¡Cuántos cantos ha inspirado a sus músicos y poetas! ¡Cuánto  lirismo desbordante  se tejen en su historia romántica! ¡Cuántos aplausos Tributados a sus representaciones teatrales! ”.
Upata necesita
Romero destacó que actualmente la ciudad de las mujeres bellas ha cambiado considerablemente. Cada uno desde su vocación personal de servicio ha contribuido para que el antiguo pueblecito capuchino se haya convertido con los años en la tercera ciudad del estado Bolívar. Pero a pesar de este progreso Upata no está a la altura de sus aportes ni crece al ritmo de las ciudades del estado que le anteceden.

“Upata ha venido creciendo más lentamente que Ciudad Bolívar y Ciudad Guayana; reclama repavimentación de sus calles; instalación de nuevos servicios médicos; de una educación más dinámica y eficiente a la altura de las demandas estudiantiles; de creación de nuevos parques internos en sus diferentes barriadas; de mejores prestaciones de los servicios públicos”, dijo.

El cronista resaltó la necesidad  de instalar una  imprenta propia donde imprimir se acervo literario y editar su propio periódico,de manera especial, construir un Archivo Histórico; un espacio para la memoria, donde su gente pueda disfrutar de sus acervos musicales y poéticos.

 “Los que habitamos esta hermosa ciudad sentimos la necesidad de observar sus obras plásticas tradicionales; revisar los documentos fundamentales de su historia y compilar en videos las imágenes de su acontecimientos. Porque una ciudad que no guarda y aprovecha las experiencias de su historia tiende al extravió, al estancamiento”, agregó.

Su gente
Destacó que el alma de esta ciudad es su gente que traza planes celestes; remonta vuelos a las alturas para encontrarse con la deidad suprema; es ciudad religiosa que plasma sobre avenidas  de asfalto calles de oro. Calles divinas que percibe en las letanías de sus iglesias; de cualquier iglesia.

“Su gente es además creativa; es artista. Se cubre en música,  poesía, prosa, teatro, danza,  y en artes plásticas de tarde en tarde; cuando la luna llena adorna su cielo estrellado y las musas convidan a crear. La ciudad necesita crear para poder vivir, su espíritu trasciende lo cotidiano, lo banal y lo simplemente mortal; la urbe no quiere  morir, desea eternizarse y preservarse para las generaciones posteriores”, recalcó.
 El  historiador aseguró que Upata es también un poco de mitos, cuentos de aparecidos y ánimas en penas; de relatos exagerados vendidos por verdades. Asimismo afirmó que los habitantes de una ciudad como Upata, perciben la magia y transmiten su tierra desde las fantasías con una fuerza interior que se aferra a las visiones espirituales sin las cuales la vida no sería, sino una realidad triste y animal.

“Pero la ciudad no se mendiga, se construye con el aporte de sus ciudadanos; los que gobiernan y los conviven en ella... Además de voluntad hay que diseñar e implantar planes concretos y diversos que nos conduzcan a la ciudad que realmente merecemos tener. Una ciudad a la que le corresponde un progreso real en virtud de los aportes que ha dado a la región. La ciudad; “la tierra que habito”, está solicitando de su gente el mayor de los esfuerzos para no sucumbir”, alegó.

Aseveró que la Villa del Yocoima parece emergida de un sueño selvático. Surgió de los montes sureños entre murmullos de rezos capuchinos; se transformó en cuartel piarista; en capital del oro; en parnaso guayanés; en armonía musical; en  las prosas de un libro evocativo, convergiendo familias de todas las razas europeas, cuando la mayoría de los pueblos interioranos de Venezuela padecían la ignorancia total.

Huellas históricas
En el caso histórico de la villa de las Sietes Colinas han desaparecido las huellas históricas, que por mucho tiempo fueron memoria para recordar su origen donde existieron casas originales construidas durante las colonias. En 1.862 la urbe fue reconstruida durante la administración de Don Pedro Cova, las viviendas cercanas a la Plaza Bolívar como la Casa del Balcón, la Casa Verde, La Casa de la Cultura “María Cova Fernández”, son de esa época mayormente conservadas en nuestros días en la calle Sucre.

Según documentos del registro subalterno de 1862, dichos bienes pertenecieron al ilustre prócer General Tomás Gutiérrez, destacado percusionista de la Batalla de San Félix. Posteriormente la Casa verde pasó a manos de Don Berardo Lezama, heredado por sus familiares. Luego la municipalidad declaró estas instalaciones como patrimonio cultural del municipio, para restaurarla y crear el archivo histórico de la ciudad. Para 1.995  la Casa de la Cultura  fue adquirida por la familia Alcalá, restaurada  y entregada en comodato a la Asociación Casa de la Cultura “María Cova Fernández”.

Al norte de la plaza en la calle Bolívar,  se encontraba la casa de la azotea. Allí funcionó antiguamente el Concejo Municipal y la policía. El edificio fue adquirido por el conocido comerciante  Ortega, reconstruyendo totalmente y modificándose en parte su vieja estructura colonial. Originalmente la casa perteneció a la familia Lezama, de las más antiguas de la ciudad. 

En el actual y moderno centro comercial Anakaro se encontraba el edificio ortega, antigua casa de la azotea. En el territorio de la existente Unidad Educativa Nacional Santiago Mariño, funcionó para el siglo XIX,  el negocio de víveres de Don Antonio Rodríguez, padre del desaparecido y eminente Hijo Ilustre de la Ciudad  Doctor Carlos Rodríguez Jiménez,

 La vigente Iglesia Parroquial de San Antonio de Upata, construida por los hermanos capuchinos catalanes en 1.762. Este edificio religioso  ha sufrido tantas modificaciones que es difícil compararlo con el de su origen. Su última y significativa trasformación la sufre en 1.962 cuando, por motivos del Bicentenario, es radicalmente trasformada en honor a San Antonio de Padua, clérigo portugués  de significativa importancia en el santoral católico. En su honor, cada 13 de septiembre, día de su muerte, se realizan las procesiones de San Antonio.  

En el municipio Piar  existen otras construcciones católicas. En El Manteco se encuentra la Iglesia de Santa Teresita, construida en la segunda década del XX.  Además de las Iglesias católicas, se levantan  edificaciones representativas de las diversas hermandades evangélicas como congregaciones de la Iglesia de Dios Pentecostal: Iglesias Bautistas Cristo Salva en distintas comunidades, anglicanas, Adventistas, Testigos de Jehová y  Mormones, fundamentalmente.


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